PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Un largo camino

Si tuvieras una máquina del tiempo y pudieras regresar al pasado: ¿qué cambiarías de tu vida? Son muchas las cosas que me siento tentada de cambiar en mi vida si tuviese la oportunidad de hacerlo. Hay cosas que hubiese querido que jamás pasaran, pero ahí están, aunque en tiempo pasado, hoy forman parte de mí porque han dejado consecuencias, huellas, y sobre todo aprendizaje.

Cuando miro hacia atrás y veo la película de mi vida, hay un largo y sinuoso camino, lleno de altibajos.

En verdad podría decir que con la experiencia y los años que tengo ahora muchas cosas, hoy las haría diferentes.

Pero a Dios le pareció bien permitirme vivir las experiencias vividas, que así fueran y no de otra manera. 

Reí, también lloré amargas lágrimas. Tuve certezas, y tuve fracasos, cometí (y aún cometo errores) también crucé mares de dudas. Tuve fe, también incredulidad. Afronté situaciones con increíble valentía, también hubo ocasiones en que tuve mucho miedo. 

En los tramos más oscuros del camino recorrido pude ver la mano del Señor a mi lado, levantándome y dándome nuevas fuerzas. Al borde del camino, por las partes más intrincadas, por donde a mí se me antojó pasar muchas veces sin consultar con Dios, pude ver su mano sosteniéndome para no caer.  En las aguas más profundas, y en medio de la recia tormenta, puedo ver a mi Señor caminando sobre las aguas viniendo hacia mí y tomándome fuertemente con su mano.

En los momentos más tristes y dolorosos, pude experimentar su consuelo y su abrazo amoroso y pude ver mi cabeza apoyada sobre su hombro, aunque yo no lo sabía en ese momento. Y cuando exhausto y sin fuerzas ya no pude más, mi Señor decidió cargarme en sus brazos. 

Hablo de mi pasado, pero hoy en día el se manifiesta a mi vida igual, nunca me abandona, siempre está dispuesto a hablarme, guiarme, consolarme, fortalecerme, en esos momentos donde debo afrontar las circunstancias adversas, puedo ver su vara y su cayado infundiéndome aliento, y sentir el dolor oportuno que produce su disciplina y su corrección. 

Pero si en realidad tuviera una máquina del tiempo y pudiera regresar al pasado, en verdad, no cambiaría absolutamente nada. Es verdad que muchas son las cosas que hubiese deseado fueran diferentes, pero Dios lo quiso así, porque él preparó un plan para mi vida, y porque me ha revelado que nada de lo que yo he vivido corresponde a la casualidad sino a su propósito divino. Yo soy su obra. Él está a cargo, de mi pasado, de mi presente y de mi porvenir. Hoy no estarías leyendo estas líneas si Dios no hubiese hecho las cosas como las hizo. Si yo hubiese podido cambiar tan sólo un instante de mi vida, ya no sería igual, y seguramente lo hubiese echado a perder todo. 

 “Está mi alma apegada a ti; y tu diestra me ha sostenido” (Salmos 63:8)  

Por: Jenny Mejías