PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Recuperando la esperanza

Después de la crucifixión de Jesús, los discípulos se desanimaron. Ellos esperaban que el Mesías les redimiera del yugo del imperio romano, no obstante DIOS tenía un plan distinto: redimir al mundo entero del pecado.

Al no recibir lo que esperaban sus corazones se entristecieron y su fe se debilitó. Sin importarles el poderoso testimonio de la resurrección que escucharon de las mujeres cuando fueron al sepulcro y no encontraron el cuerpo, y de las palabras que el mismo Señor les había hablado, ellos decidieron quedarse sin esperanza. 

La desesperanza ocurre cuando se busca en el lugar equivocado, cuando desviamos la mirada del foco correcto. Como no ocurrió lo que esperaban sus oídos espirituales se taparon y su vista se nubló. Y al ocurrirles esto, ellos se perdieron de gozarse plenamente con Jesús en su resurrección. Así mismo, hoy en día hay muchos creyentes que escogen no mirar todas las bendiciones a su alrededor cuando no reciben lo que esperaban. 

El SEÑOR revela en las Escrituras que nuestros pensamientos no se parecen en tamaño a los suyos, y que nuestros caminos no son como sus caminos. (Isaías 55:9). Por lo que en muchas ocasiones existirá discrepancia en el resultado de lo que el creyente espera y lo que DIOS hace.

Esto puede ocasionar que el corazón del creyente se llene de desesperanza y hasta pierda la fe, ni no tiene la mirada puesta en el autor y consumador que es Cristo. 

Si al igual que los discípulos has perdido la esperanza y te es difícil escuchar la voz de Jesús aún teniéndolo morando en ti, es momento de que te levantes, ores por restauración y reconozcas todo lo que Jesús ya ha hecho, para que entiendas que su sacrificio no fue en vano, y que no hay circunstancia que el poder de la sangre derramada por el Señor, no pueda restaurar. Confía! Y levántate en victoria, porque en Cristo eres victorioso! 

“Entonces él les dijo !Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera” Lucas 24:25  

Por: Jenny Mejías