PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

¿Acaso no lo sabe Dios?

"Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua" Éxodo 4:10

Dios había decidido que usaría a Moisés en una misión trascendental: liberar al pueblo judío de la opresión egipcia. ¡Tremenda responsabilidad! Sin embargo, a lo largo del relato que se encuentra en la biblia, podemos reconocer que Moisés fue un hombre como nosotros, con sus virtudes, dones y talentos, pero también con defectos, debilidades y temores. Cuando Dios le dice a Moisés que vaya a liberar a su pueblo, lo primero que dice Moisés es: nadie va a creer que Dios me envía. Muchas veces dudamos del amor, la gracia y la misericordia de Dios.

Muchas veces dudamos de nuestro llamado y ponemos nuestra mirada en nuestras debilidades o limitaciones y no en poder y la sabiduría de nuestro Creador Eterno.

Lo que Moisés le dice a Dios, en el pasaje que inicia esta reflexión, sonaría de la siguiente forma en nuestras propias palabras: “Dios, me parece que incendiaste la zarza equivocada, la persona que tu buscas no soy yo, tal vez está en la montaña siguiente, yo soy Moisés, yo no sé hablar, aún con todo lo que me dices que puedes hacer conmigo, yo sigo siendo torpe en mis palabras”. Y Dios, ante esas palabras, contesta de forma contundente:

"¿Quién dio boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar" (Éxodo 4:11).

Con esas palabras tan fuertes Dios le da a entender a Moisés (y a nosotros) que su sabiduría excede por completo todo lo que nosotros podamos imaginar y comprender; que él sabe lo que está haciendo, que él tiene el control,  que jamás debemos dudar de su plan perfecto.

Muchas veces cuando Dios se presenta en nuestras vidas y nos guía a hacer algo para lo cual nos sentimos incapaces, respondemos como lo hizo Moisés, pretendemos decirle a Dios que se equivocó. Pero recordemos que Dios nunca se equivoca en sus decisiones ¡Él es perfecto!

¿Acaso no sabe Dios nuestras debilidades, limitaciones e imperfecciones? Aquél que nos creó, aquél quien nos escogió desde antes de la fundación del mundo y que conoce hasta cuantos cabellos tenemos en nuestras cabezas? ¿No sabe Dios que tenemos muchísimas áreas en nuestras vidas que debemos mejorar?

Pero aun así, su gracia y misericordia nos alcanza una y otra vez. Así que nunca dudemos del llamado de Dios, sino más bien tengamos una actitud de gratitud y pidámosle que nos llene de su Santo Espíritu y nos capacite para realizar la obra que nos ha encomendado.

Si Dios te llamó es porque sabe que el propósito que preparó para ti, puedes cumplirlo, confía en él y ríndete a su control, porque nunca se apartará de ti. Amen.

  Por: Jenny Mejías