PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Calmémonos

A veces nos es casi imposible dormir si estamos tensos. ¿Nos impiden dormir los recuerdos de los hechos del día? ¿A veces nos sentimos como si pasáramos el día empujando una gran piedra hacia lo alto de una montaña con un palo muy pequeño? Si es así, memoricemos esta palabra:

“A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del SEÑOR, creador del cielo y de la tierra” (Salmo 121: 1-2). 

¿Nos preocupa cometer errores en el trabajo, disgustar a nuestro jefe o desilusionar a nuestra familia? Si es así, memoricemos esta palabra: 

“No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel” (Salmo 121: 3-4). 

¿Sentimos a veces la excesiva ansiedad, de tal manera que nos sentimos tan mal, haciendo que temamos por que se vea afectada nuestra salud? Si es así, memoricemos esta palabra: 

“El SEÑOR es quien te cuida, el SEÑOR es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche” (Salmo 121: 5-6). 

¿Empezamos a sufrir por las fechas tope de pago del mes que viene, los gastos de universidad, la comida, la renta del apartamento, la comida, la luz, el teléfono, el cable, las tarjetas de crédito, el mantenimiento del carro, el colegio de los niños, los gastos médicos, etc., etc. ¡Oh! como habremos de pagar tantos compromisos?

¿Llevamos toda esta carga cuando ponemos nuestras cabezas en la almohada por la noche? Si es así, memoricemos esta palabra: 

“El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre (Salmo 121: 7-8). 

     ¡Acabamos de memorizar un salmo completo! Repitámoslo cada noche. Sustituyamos el tú por mí y el ti por mí. Luego descansemos en el conocimiento y en la paz de que Dios nos tiene a nosotros, a nuestra vida y al resto del universo bajo su perfecto control. Y declaremos con completa seguridad: 

“En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, SEÑOR me haces vivir confiado.” Salmo 4:8 

 

  Por: Jenny Mejías