PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Espíritu Santo: Gracia para todo momento

Recordamos las palabras de Jesús a la mujer samaritana: “Pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (Juan 4:14).

Jesús ofrece, no un trago de agua excepcional para calmar la sed física, que era lo que la samaritana le había entendido, sino un pozo de “agua viva” y perpetuo. Es decir, un pozo de agua que jamás se secaría.

Y ese pozo al que Jesús se refería es el Espíritu Santo de Dios que vendría a hacer morada en nuestro corazón.

Él dijo también:

“Si alguno cree en mí, como dice la Escritura, de su interior (de su corazón) brotarán ríos de agua viva” Juan 7:38.

Jesús estaba dándonos la promesa del Espíritu Santo. El Espíritu todavía no había venido porque Jesús no había sido ascendido a la gloria. Pero más tarde, los que creyeran en Jesús recibirían el Espíritu.

La hermosa iluminación que Jesús nos revela en esta poderosa promesa, es el Espíritu de Jesús estaría “fluyendo” (actuando) de manera constante en nosotros. No sólo vendía a convencernos de pecado, a salvarnos y a reestablecer nuestra relación de imagen y semejanza con el Padre, sino que estará trabajando en y para nuestra salvación integral (espíritu, alma y cuerpo) durante toda nuestra vida, hasta que él regrese en gloria.

El Espíritu Santo de Dios está trabajando en nosotros los cristianos todos los días para cambiarnos, santificarnos, renovaros en nuestro entendimiento, llenarnos y guiarnos por caminos de justicia y de rectitud; formando en nosotros el carácter de nuestro Señor Jesucristo, capacitándonos y fortaleciéndonos para que vayamos a plantar la semilla de su santo Evangelio a toda alma perdida con la autoridad que nos ha delegado como hijos de Dios.


A él sea toda la gloria y nuestra más profunda gratitud. 

“Pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, si no que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” Juan 4:14

 

  Por: Jenny Mejías