PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Qué importancia tienen las obras?

Está claramente revelado en las Escrituras que las obras no son necesarias para la salvación. Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia salvas Sois por medio de la Fe; Y Esto No de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, Para Que nadie se gloríe”

Sin embargo, tenemos que referirnos a las obras como una prueba práctica de la fe.

Santiago 2:14-26, dice: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?  Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,  y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?  Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.  Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.  ¿Más quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?  ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?  Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.  Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.  Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?  Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Casi no escuchamos sermones sobre la ética de las obras cristianas. Quizá sea porque no nos agrada mucho pensar en que las obras que realizamos en la vida cristiana revelan lo que somos. Hay creyentes que realizan obras por miedo; otros lo hacen solamente por ver qué pueden conseguir; otros lo hacen por vanagloria o para recibir reconocimiento del hombre; y aún hay quienes hacen algo en la obra de Dios únicamente porque se ven bajo la presión del deber, es decir: lo hacen por obligación, no con gozo ni por gratitud.

Pero los cristianos de Tesalónica no actuaban de esa manera. Sus obras eran el genuino fruto de su fe; eran el fruto del Espíritu. El trabajo que realizaban en la iglesia fluía de su profundo amor; y su paciencia se manifestaba en la firmeza ante las persecuciones.  Ellos sabían que estaban trabajando y sirviendo a Dios, no a los hombres.

1 Tes. 1:4-10 relata: “Hermanos amados de Dios, sabemos que él los ha escogido, porque nuestro evangelio les llegó no solo con palabras, sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción. Como bien saben, estuvimos entre ustedes buscando su bien. Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo. De esta manera se constituyeron en ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Partiendo de ustedes, el mensaje del Señor se ha proclamado no solo en Macedonia y en Acaya, sino en todo lugar; a tal punto se ha divulgado su fe en Dios que ya no es necesario que nosotros digamos nada. Ellos mismos cuentan de lo bien que ustedes nos recibieron, y de cómo se convirtieron a Dios dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, 10 y esperar del cielo a Jesús, su Hijo a quien resucitó, que nos libra del castigo venidero”.

Vemos pues el significado tanto en el sentido práctico como en el espiritual que nos enseña ña palabra que tienen las obras. No son requisito para salvación, pero si deben y tienen que manifestarse como fruto de nuestra salvación, de forma genuina, sincera y para testimonio al mundo. Amén!

  Por: Jenny Mejías