Ramas Santas
Al leer 1 Pedro 1:15, "Sed santos, porque yo soy santo", es posible que usted se alarme. "¿Quiere decir que debo ser tan santo y perfecto como lo es Jesús? ¡Eso es Imposible! Él es impecable, perfecto porque es Dios. ¿Cómo puede alguien vivir de acuerdo a tan alto standard en la tierra?".
El verdadero propósito de la ley era mostrarnos que es ciertamente imposible para nosotros estar a la altura del estándar de la santidad de Dios. Ninguna cantidad de fuerza de voluntad humana, fortaleza, sabiduría o habilidad humanas podría llevarnos jamás al 100% de tal perfección.
Por lo tanto, la ley, no solo nos reveló nuestra imposibilidad de ser perfectos como lo es Dios, sino que también nos reveló la imposibilidad de poder salvarnos a nosotros mismos y que por ende necesitábamos de alguien, que cumpliendo ese alto nivel de santidad lo pudiera hacer en lugar de nosotros. Es decir: Un sustituto que hiciera lo que nosotros jamás podríamos hacer; alguien que fuese capaz de cumplir la ley en su totalidad.
Dicho esto, y sabiendo por la palabra de Dios que sólo Jesús pudo cumplir a cabalidad con la demanda del Padre en su perfecto acto de redención, entendemos que sólo puede haber un camino para llegar a ser santos: Cristo Jesús. Y si andamos en Él por fe, su santidad debe ser nuestra santidad.
Dice la palabra: "Si la raíz es santa, también lo son las ramas" (Romanos 11:16). Pablo dice que debido a que Jesús, (la raíz) es santa, entonces las ramas, (nosotros los hijos de Dios), somos santas también. Y Juan escribe: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos" (Juan 15:5). En otras palabras, porque estamos en Cristo, somos hechos santos por los méritos de su santidad.
Apartados de la redención en Cristo Jesús, no podemos ser santos. No importa cuánto tiempo vivamos o cuán duro tratemos, no importa cuántas oraciones pronunciemos o con qué frecuencia leamos la Biblia, y no importa cuánto pecado podamos dominar, nunca seremos perfectamente santos. Jesús se levanta único en perfecta santidad.
Nunca olvidemos que fuimos regenerados y restaurados ante la presencia del Padre Celestial sin ningún mérito propio o reivindicación nuestra. Lo estamos sólo por la misericordia, el amor, la gracia y los méritos ÚNICOS de Jesucristo su amado Hijo.
¡A él sea eternamente toda la gloria y nuestra gratitud! Amén!
“Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” 1 Pedro 1:15
Por: Jenny Mejías