Caminando con Dios
Muchos hombres caminaron literalmente con Dios por los polvorientos caminos de Palestina. Recorrieron kilómetros a pie de pueblo en pueblo, siguiendo los pasos de su maestro.
Aprendían a la par que caminaban y poco a poco se iban apropiando de valiosos tesoros espirituales.
Recogían para sí de los mensajes que Jesús dirigía a las multitudes, pero las joyas más preciadas fueron seguramente recolectadas bajo la intimidad del paso lento, en sus enseñanzas a solas con ellos en camino.
Este puñado de hombres tuvo el glorioso privilegio de andar con Dios de esta manera por el camino, cara a cara. Pero ellos no fueron los únicos, la Escritura nos cuenta de otros que también antes caminaron con Dios, entre ellos: Noé, Abraham, Moisés, José, David, Elías, Isaías, Jeremías, Daniel, entro otros.
Después de los doce apóstoles, otros hombres y mujeres fueron invitados a caminar con Dios y no declinaron esa invitación. Entre ellos nos encontramos con Saulo de Tarso, que antes de caminar junto a Cristo, lo perseguía vorazmente lleno de odio y justicia propia. Tuvo que ser derribado en el camino a Damasco y dejado ciego para que pudiera entender que no caminaba con el Dios de Israel como él creía, sino que perseguía a su propio Señor.
Te pregunto hoy: ¿Eres tú uno de los que camina hoy con Dios? ¿Eres de los íntimos que comparten con Él el camino? ¿De los que escuchan su voz y recogen de sus tesoros? ¿De los que se dejan guiar y caminan confiados? ¿Eres uno de los que deja huellas junto al maestro, para que otros viéndolas deseen unírseles en el camino?
Los doce que caminaron literalmente con el Señor fueron invitados por Jesús mismo: ¡Sígueme! Y en algún momento más adelante debieron replantearse si querían seguir junto a él o no, pues el mismo que los llamó les preguntó: ¿También ustedes quieren irse? (Juan 6:67) Pero por ese tiempo a Pedro ya se le había revelado que Jesús era el Cristo y había comprendido por caminar inseparablemente con Él, que verdaderamente no había otro a quien ellos pudieran seguir: Le dijo: ¿A quién iremos Señor? Sólo tú tienes Palabras de vida eterna”
¿Con quién eliges caminar tú? El camino se camina con el amigo, con el que se comparte el paso firme pero también la caída. Se camina con el que te revela sus planes y que de tanto andar juntos se han convertido en lo mismo.
El camino se comparte con uno en quien se confía, y que durante el caminar te ha probado repetidas veces y de mil maneras que no te abandona sin importar las desventuras del camino.
Se camina con uno que no reprocha, sino que paciente escucha y no calla sino que te enseña a no correr riesgos y a estar atento a los peligros del camino.
Se camina con uno que conociendo tu corazón, sigue eligiendo cada día seguir caminando conmigo.
El camino se comparte con uno que consuela porque conoce del dolor y del sufrimiento, se camina con uno que te carga cuando la tristeza ha hecho pesado o imposible el paso para ti.
Se camina con uno que te habla de lo que hay al final del camino y mientras caminas te infunde fuerzas y esperanza para seguir adelante sin que desmayes en el camino.
Sólo uno puede darle verdadero sentido a tu caminar, llenarte de tal manera que puedas sentir la plenitud de compartir con él todo el camino de tu vida, y ese es CRISTO, nuestro amado Señor!
“Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?” (Miqueas 6:8)
Por: Jenny Mejías