PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

La vida interior

Nuestra vida tiene dos áreas la exterior y la interior. El aspecto exterior tiene que ver con nuestra reputación frente a los hombres. El aspecto interior refleja nuestra reputación ante Dios.

Tenemos que prestar más atención a lo que sucede interiormente. Los pensamientos, las actitudes, los motivos del corazón y los deseos. Porque todas estas cosas son importantes para el Señor.

De acuerdo a los estándares de Dios, la persona interior es la verdadera. Un cristiano realmente genuino y grato a los ojos de Dios, es aquel que tiene el corazón puro, que diariamente vive en santidad, dedicado en devoción por completo a Dios.

Nuestra vida interior está conformada por el alma y el espíritu.

Nuestro espíritu es habitado a su vez por el Espíritu Santo cuando nacemos de nuevo. La voluntad de Dios y su deseo para con nosotros es que busquemos permanentemente la presencia del Espíritu Santo y permitamos que éste guíe nuestro interior, a fin de que podamos caminar firmes, fortalecidos en la fe y en la voluntad de Dios; lo cual hace a través de su poderosa palabra de vida.

Nuestra alma controla nuestra mente, voluntad, y emociones, y ésta constantemente se rebela contra el espíritu, negándose a obedecer a Dios.

Nuestro espíritu, junto con el Espíritu Santo, tiene las funciones de la conciencia, intuición, y al estar renacido siempre buscará la comunión con Dios.

Debemos permitirle a Dios que habite en nuestro ser interior por completo, no solamente nuestro espíritu ya renacido, sino también en nuestra alma, obrando a través de su poder divino.

Solamente podremos lograr esto asidos a Él en obediencia, en fe, en sujeción a su palabra, en oración constante y en adoración. Viviendo nuestras vidas en completa comunión con nuestro Creador, Padre y Salvador Eterno. Vivamos en santidad, cuidemos y velemos por nuestra vida interior, ya que si es importante para Dios, también lo debe ser para nosotros. Amén!

El interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. 1 Pedro 3:4

 

 Por: Jenny Mejías