El poder prevaleciente del amor
No es normal para el hombre natural, amar o aprender a expresar el amor hacia los demás; porque sencillamente está muerto espiritualmente y no conoce a Dios.
El creyente, sin embargo, está equipado con el poder del Espíritu Santo para hacer exactamente lo contrario. Pues el amor de Dios está en su corazón y eso será lo que expresará por sus semejantes.
Es la voluntad de Dios que reinemos en medio de nuestros enemigos. Si Dios remueve los impedimentos, nunca creceremos ni maduraremos en nuestra fe. Hay mucho dominio que podemos ejercer en la autoridad que Dios nos ha conferido como sus hijos, bajo su propósito y voluntad sobre el enemigo; pero estoy convencida que el poder prevaleciente del amor es uno de los más impresionantes.
Creo que nos protege andar en amor. Tenemos y debemos emplear cada esfuerzo en el poder de la gracia de Dios para andar en un amor ferviente. El amor de Dios es poderoso, y está en nosotros.
Concentrémonos en amar con amor inagotable e incondicional, tal cual nos amó y nos ama el Señor. Estudiemos y aprendamos a conocer y sobre todo experimentar el amor de Dios, y hagamos el mayor esfuerzo para mostrar este amor otros de forma genuina.
Más que una teoría, el amor de Dios es acción, es una verdad poderosa que ha cobrado vida en nosotros.
Nuestra carne no quiere, y siempre se rebelará a amar, pero si queremos vencer al enemigo, debemos aprender a sujetar nuestra alma al poder del Espíritu Santo que mora en nosotros. Es decir: Tienes al Espíritu Santo para hacer lo que es correcto, no para hacer lo que tú quieres.
“…ya no vivo yo, más vive Cristo en mi…” (Gálatas 2:20).
Por: Jenny Mejías