PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

¿Si Dios quiere, o si yo quiero?

La voluntad de Dios es el motor que nos moviliza a buscar la verdad; anhelar conocer al Señor mismo. Sin embargo, a veces confundimos Su voluntad con el anhelo propio. En definitiva, queremos que el Señor "apruebe" nuestros intereses. Es así que buscamos que algún pasaje nos devele si comprar o no algún bien; si debemos invertir en un negocio o si la persona que queremos es la indicada para comenzar una relación. Luego hay también algunos temas que resultan de enfrentamiento entre los hermanos, argumentando con la interpretación de versículos para una y otra postura. ¿Por qué la voluntad de Dios resulta a veces tan difícil de conocer?

Quizás estamos muy empecinados en resolver nuestras vidas y queremos hacer coincidir los intereses propios con lo que Dios quiere. No es que verdaderamente dejemos las cosas en sus manos, sino más bien, estamos preocupados y ocupados en lo propio. Nos preguntamos:¿cuál es el propósito del Señor en cuanto a lo laboral? ¿Y en cuanto a mis proyectos personales? ¿Mis finanzas? ¿Mis relaciones...?

Lo cierto es que conocemos su voluntad:

-Sabemos que debemos amarlo por sobre todas las cosas, con toda alma, mente y corazón.
-Sabemos que debemos amar a nuestro prójimo, como a nosotros mismos.
-Sabemos que debemos buscar primeramente el Reino y su justicia.
-Sabemos que debemos vestirnos como escogidos, santos, revernos de amor.
-Sabemos que el Reino le pertenece a los de humilde corazón, a los que lloran, a los misericordiosos, a los perseguidos.
-Sabemos que debemos orar en todo tiempo y en todo lugar.
-Sabemos que debemos perdonar hasta setenta veces siete, y amar a nuestros enemigos.
-Sabemos tantas cosas... Y hacemos tan pocas…

 ¿No sería mejor que alineáramos nuestra vida con lo que conocemos de la voluntad de Dios y su propósito, en vez de intentar continuamente hacer lo contrario?

Si pusiésemos nuestro esfuerzo en sujetar nuestra voluntad a su voluntad, nuestra vida secular que tanto nos ocupa, con toda seguridad se desarrollaría en otro plano, en el secundario, en el de añadidura.

Que podamos esforzamos en seguir el camino del Señor para nuestra vida, que no es otro que “Su Voluntad” y no la nuestra.

“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es agradable, lo que es perfecto” Romanos 12:2

Por: Jenny Mejías.