Completamente limpio
Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.
Completamente limpio
Por: Jenny Mejías.
Un amigo mío (creyente) me estaba contando sobre su experiencia del año pasado, durante el cual había estado recibiendo un tratamiento médico contra el cáncer. La sonrisa en su rostro era un inequívoco y poderoso testimonio de la buena noticia que le habían dado los médicos después de un año de fuertes quimioterapias: los estudios que le habían hecho tras ese año de tratamiento indicaban que el cáncer ya no estaba en su cuerpo: ¡estaba completamente limpio!
¡Qué diferencia pueden marcar dos palabras! Para mi amigo, “completamente limpio” significaba que no quedaban rastros de la enfermedad que había puesto en peligro su vida tan sólo hacía un año atrás. Dios, que es más grande que toda circunstancia la había borrado de su cuerpo. ¡Me regocijé mucho al oír que se había curado totalmente!
El rey David, después de su fracaso moral con Betsabé, anhelaba que ocurriera algo similar en su corazón. Con la esperanza de que las manchas del pecado fueran lavadas, exclamó: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí» (Salmo 51:10). La buena noticia para él y para nosotros es que puede solucionarse el problema de nuestros pecados. Cuando necesitamos limpieza, las conocidas palabras de Juan brindan esperanza: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).
Nosotros mismos no podemos limpiar nuestro corazón; solo Jesucristo puede hacerlo. ¡Si le confesamos nuestros pecados, Él promete volvernos completamente limpios!
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmos 51:10