PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Pobres en espíritu

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

Pobres en espíritu

Por: Jenny Mejías.

 

"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:3

En un mundo donde se exalta al que se siente grande, al ganador, al exitoso, y se promueve la riqueza de espíritu, hablar de los pobres en espíritu parecería ir contra la corriente. 

El pobre es alguien necesitado, que tiene insuficiencia y que depende, en la mayoría de los casos, de un proveedor. Pobres ha habido y habrá siempre; Jesús habló acerca de este tema cuando sus discípulos, luego de que una mujer derramara sobre sus pies un perfume de gran precio, dice la palabra:

“se enojaran con ella reclamándole que se podría haber vendido ese perfume y dado a los pobres: "Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis". Mateo 26:10-11.

La pobreza a la que hace referencia el texto de Mateo 5:3 está relacionada con el ser interior y no necesariamente con lo material. Se refiere a la insuficiencia espiritual, que es la condición necesaria para acercarse a Dios, reconocer Su grandeza y recibir el mensaje del Evangelio. El pobre en espíritu se siente huérfano y desvalido, reconoce que solo por la Gracia y el amor de Dios puede acercarse a Él, y que no hay mérito personal alguno o buena obra que lo pueda conectar con el Creador.

Es interesante ver que en las bienaventuranzas no hay lugar para los que se sienten buenos, pues muchas veces eso es un tropiezo para entender lo que el Apóstol Pablo entendió cuando Dios le dijo: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte". 2 Corintios 12:9-10.

Para reflexionar: ¿Es Dios nuestra necesidad, o estamos demasiado satisfechos de nosotros mismos?