PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Esperar en silencio

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

Esperar en silencio

Por: Jenny Mejías.

 

Siempre me ha gustado el Salmo 37 Lo encuentro alentador, pacífico, esperanzador.

“Encomienda a Jehová tu camino y confía en Él, y Él hará” menciona en uno de sus versículos. Y creo que es una palabra que todos los hijos de Dios mencionamos, recomendamos a otros pero que principalmente, creemos.

Días pasados, estuve atravesando una situación personal delicada, me dije una y mil veces a mí misma este pasaje, -“Él hará, Él hará!” Me lo repetía, dándome aliento y fuerzas para atravesar este valle de sombra.

Pero una mañana, meditando en lo que continuaba del texto leí lo siguiente: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.” Salmo 37:7.

Me detuve frente a mi espejo espiritual y observé mi propio panorama: un valle de sombra, una mujer dispuesta a encomendar su camino a Dios, una mujer capaz de confiar, pero al mismo tiempo, incapaz de cumplir algo tan simple, como este consejo del salmista: guardar silencio ante Jehová.

Comprendí que llevaba días y días de monólogos redundantes ante la presencia del Señor presentándole una y otra vez el mismo problema.

Así que me decidí obedecer y opté por el silencio, y esto no significó dejar de orar, o dejar de buscar de su presencia. Sencillamente fue silenciar aquella oración repetida, confiar y descansar en sus promesas, y ocupar mis palabras y mi voz en alabanza y adoración. Le canté, le adoré, disfruté de ratos con Él en el silencio de mi situación. Fue como acostarme en su regazo, y disfrutar de su abrazo, de su cuidado y de su bendita paz.

Y cuando todo pasó y el valle de sombra se acabó, comprendí que mientras silenciaba mi problema y esperaba en Él disfrutando de su compañía, tal y como lo prometió en un principio; ¡ya él había hecho! Y creo que ni cuenta me dí. ¡Gloria a Dios!

Entonces dejé atrás aquella situación dolorosa con la bendición no sólo del testimonio de Dios y su obrar maravilloso, sino también con el privilegio de haber pasado días plenos en su presencia, disfrutando de su de su amoroso cuidado. 

“Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron”.  Salmo 37: 39-40.