¡Búsca a Dios desde allí, desde tu corazón!
Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.
¡Búsca a Dios desde allí, desde tu corazón!
Por: Jenny Mejías.
Me ha pasado en varias oportunidades el releer un pasaje y que adquiera un nuevo significado para mi vida. Probablemente las veces anteriores no estuve muy demasiado atenta, quizás porque he ido a la Palabra, como quien lee un artículo de prensa.
Esa misma actitud liviana se repite en el resto de nuestra vida cristiana, porque estamos ocupados, apurados, atareados, cansados.
Pero cuando los problemas son mayores o la desesperación ya nos ha ganado, vamos en búsqueda de la respuesta de Dios y queremos que nos ayude con nuestras necesidades.
Así me sucedió cuando me asaltó una angustia vieja y un pasaje del libro de Deuteronomio me recordó aquello que sé pero que olvido frente a los problemas del diario vivir.
“Más si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”. Deuteronomio 4:29
El mensaje principal es claro y contundente: Si buscamos al Señor, lo hallaremos. Tan simple y rotundo como eso… y tan difícil que se nos hace! Pero si desmenuzamos este pasaje, podemos encontrar detalles nos muestran la manera de hacerlo.
El pasaje comienza diciendo “Mas si desde allí...”. Examinemos donde estamos parados.
Esto se refiere a cualquier posición, quizás nos toca vivir en un lugar lejos de nuestra familia, o estemos atravesando una situación económica difícil. Quizás nuestro esposo/a no comparte la fe, o la enfermedad nos aqueja. Cualquier circunstancia, cualquier tormenta o desde la confortable comodidad del ser tibios. Pensemos en nuestra posición y Desde allí, debemos buscar al Señor para que dejemos que Él se convierta realmente en el Rey y Señor sobre toda circunstancia.
Si desde allí lo buscamos, lo hallaremos… pero esa búsqueda debe ser desde lo más profundo de nuestro corazón, desde las entrañas y con las mismas ganas que empeñamos en aquello que nos gusta, o que anhelamos.
Si invirtiéramos en nuestra comunión con el Señor el mismo tiempo que invertimos en nuestro celular, internet, televisión, futbol, amigos, etc., la relación sería otra. Buscarlo sedientos y hambrientos. Buscarlo a Él siempre y primeramente. ¡Buscarlo, buscarlo y buscarlo!
¿Queremos encontrarnos con Dios? Allí, donde estemos parados, debemos empeñar nuestro corazón, nuestra alma y nuestra mente en ello. Dejemos ya de pensar en las circunstancias y arrodillémoslos. Cuando nos acerquemos al Padre, seguramente Él estará con los brazos abiertos y nos dirá “te estaba esperando”.