PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

¿Cuál es tu ídolo?

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

¿Cuál es tu ídolo?

Por: Jenny Mejías.

 

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Proverbios 4:23

Cuando escuchamos la palabra “ídolo” los cristianos inmediatamente recordamos al becerro de oro que el pueblo de Israel se hizo para adorarlo en ausencia de Moisés durante su peregrinación por el desierto. También pensamos en paganismo y adoración a dioses falsos; el culto a las cosas creadas por Dios, los astros, la naturaleza misma. Y todo esto es cierto.

Muchos nos han advertido las artimañas del dios de este mundo: Satanás. La definición de ídolo en su concepto más amplio incluye “todo aquello que ocupe el lugar de Dios en nuestro corazón”.

Los profetas del Antiguo Testamento denunciaron enérgicamente siglo tras siglo cualquier actitud del pueblo de Dios que lo llevara a depositar su amor o su confianza en algo o alguien distinto de Dios y primero que Dios.

La Biblia nos relata como las grandes potencias de aquella época: Asiria, Egipto, Babilonia, se habían convertido de manera sutil en dioses e ídolos para Israel, pues veían en ellos, y en las alianzas estratégicas que podían pactar, la seguridad, la protección y la provisión que no estaban dispuestos a esperar del Dios verdadero.

Los objetos de nuestra idolatría, es decir aquello en lo que depositamos nuestra confianza y de quien esperamos recibir algo anhelado carecen de carácter divino en sí mismos, constituyen realidades neutrales, indiferentes. Adquieren su carácter de ídolo a partir de la actitud que con respecto a ellas asuma el corazón del hombre, atribuyéndole características que sólo le pertenecen a Dios.

¿Quién otro sería el sustentador de Israel, el protector, la roca firme, el refugio sino el mismo que los sacó de Egipto? Si el pueblo podía salir airoso de la dificultad presente la atribuirían entonces a la intervención de otros “dioses”, no a Dios. Tal necedad costó un alto precio para Israel, que la Biblia lo relata muy claro.

¿Qué cosas ocupan hoy el lugar de Dios en tu vida? ¿Cuál es tu punto de apoyo y tu lugar de refugio? ¿Cuáles son tus alianzas estratégicas? ¿Tal vez un nuevo socio comercial, tu carrera universitaria, un nuevo trabajo, un médico y una nueva medicina, la ambición por el dinero, la asignación de un crédito, el esposo o la esposa ideal para compartir tu vida, la llegada de un hijo que se demora? ¿Un proyecto, un sueño, un viaje? En pocas palabras, en dónde tienes puesto tu corazón, donde reposa tu confianza, tu fe?

No hay nada de malo en que quieras expandir tu negocio, en querer prepárate al elegir y seguir una carrera universitaria, en desear un buen trabajo, paliar una enfermedad con las posibilidades y avances que brinda hoy día la ciencia médica, tomar un crédito para construir una vivienda, tampoco en buscar la pareja ideal para nuestras vidas y anhelar la llegada de un hijo. Pues en todas estas cosas, de maneras diferentes para cada caso podemos glorificar, alabar y servir a Dios. Pero seamos sabios y astutos en vigilar constantemente las intenciones de nuestro corazón, y la actitud de fondo que asumimos en cada una de ellas; para que no se conviertan en el depósito de nuestra seguridad y de nuestra fe, y se erijan como ídolos; olvidándonos que el único sustentador de todas las cosas es Dios, pues es el quien hace posible que las cosas surjan, sean posibles, se lleven a cabo, se produzcan, prosperen, se formen. Él es el creador, el dueño absoluto del cielo y de la tierra. Es Dios la fuente principal de todo lo que somos, tenemos y tendremos en la vida, comenzando por la vida misma. Todo es posible porque es Él quien da el permiso.

No olvides esto: Los dioses no existen, es el corazón del hombre el que les da vida.

“No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen,  Y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos”. Deuteronomio 20:3-6