PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Declára lo bueno

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

Declára lo bueno

Por: Jenny Mejías.

 

En medio de nuestras circunstancias, no sólo perdemos perspectivas sino que además nos sumimos en la desesperación y comenzamos a declarar lo malo, atrayendo sobre nosotros todo aquello que no queremos, y lo repetimos tanto lo que hacemos que se vuelve realidad en nuestra vida. A veces escuchamos: “Nunca sanaré de esto”, “No creo que me vaya bien”, “Seguramente nací por equivocación”, “a mí todo me sale mal”, “nunca vamos a salir de este problema”, y muchas otras declaraciones más.

Esas son declaraciones negativas para la vida de cualquiera. No olvidemos que la palabra que pronunciemos tiene poder, bien sea para bien o para mal; es decir: podemos bendecir con lo que digamos, pero también podemos maldecir con lo que digamos.

La primera lección de vida de un creyente tiene que aprender, entender y creer es que Dios nunca lo abandonará, pues es su fiel promesa, y Dios no miente.  Así que pase lo que pase, Él siempre estará con usted, lo bendecirá, lo guardará y lo suplirá. Lo que ocurre es que la sensibilidad de su presencia la vamos perdiendo al llenarnos de dudas, de temores, de inseguridad y quitamos nuestra mirada de fe de sus promesas para ponerla en las circunstancias; y aunado a esto, comenzamos a declarar cosas malas y negativas, contrarias a lo que Dios dice y hace.

Tenemos centenares de promesas en toda la Escritura del cuidado amoroso que Dios tiene de nosotros. Muchas de ellas están concentradas en el libro de los Salmos y en el en el del profeta Isaías. Grandes y poderosas promesas que nos dan fortaleza y seguridad para soportar y salir victorioso de cualquier circunstancia, problema o adversidad que nos pueda sobrevenir en la vida.

Somos hijos de Dios, y como tales tenemos y debemos conocer la identidad que tenemos en él, por lo que no debemos sentirnos nunca desamparados, pues tenemos el Padre más rico y más poderoso que existe, y sus bendiciones están garantizadas por la fidelidad de su palabra.  Entre centenares extraje estas cuatro poderosas promesas, las cuales no hay circunstancia terrenal que las pueda vencer. Dijo el Señor:

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará”. Isaías 43:2

“El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. Restaurará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento”. Salmo 23:1-4.

“Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”. Salmo 37:25

“…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, aún hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20