PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

¿Qué sale de nuestra boca?

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

¿Qué sale de nuestra boca?

Por: Jenny Mejías.

 

"Porque de la abundancia del corazón habla la boca" (Mateo 12:34)  ¡Qué expresión tan exacta utilizó Jesús en este pasaje para definir los dichos de las personas! No es necesario hacer un análisis de oratoria para descubrir lo que alguien atesora en su interior, con tal solo escucharlo hablar nos basta. Por más elocuente que sea una persona para persuadir, convencer o deleitar con sus palabras, siempre quedará su discurso enmarcado en esta verdad enunciada por Jesús.

Si nos detuviéramos alguna vez a escuchar con atención a los demás y a nosotros mismos, posiblemente nos sorprenderíamos de lo escuchado. Por ejemplo, no debería extrañarnos que cuando alguien menciona reiteradas veces al dinero y a las cosas materiales en sus conversaciones (aunque niegue su apego al mismo), demuestre su amor al dinero y avaricia en su corazón.  Y en otros ejemplos, muchas veces están revestidos de religiosidad: Un corazón manipulador bien maquillado con una sonrisa y modos piadosos que, bajo frases tales como: "nadie me comprende", "tú no entiendes lo que quiero decir", "no has interpretado correctamente mis palabras", trata de imponer su parecer y, a veces, sus caprichos, personas que hablan así siempre tienen un doble discurso; y la palabra dice:  "...Ninguna fuente puede dar agua salada y dulce". (Santiago 3:12).

Otro ejemplo son las conversaciones donde abunden las palabras soeces, de mal gusto, con doble sentido y groserías. Que dice la palabra al respecto? "Eviten toda conversación obscena" (Efesios 4:29).

Expresiones tales como: "Te envidio sanamente", sabiendo que la envidia es un deseo de la carne y que está contra el Espíritu, según Gálatas 5:16-21.

Hablar mal de otras personas deliberadamente con malicia o bien para resaltar la propia piedad en detrimento del otro. Pero la palabra dice: “...Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener..." (Romanos 12:3).

Mentir, levantar falso testimonio, cuando la palabra dice:. "Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios". (Colosenses 3:9).

Adular a otros para ser aceptado y conseguir algún fin. Comentarios negativos y de desánimo. Pero la palabra dice: "Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno". (Colosenses 4:6).

Exageración en los dichos (aquí no se hace referencia a la figura literaria hipérbole). Sobre esto también la palabra nos da respuesta, dice: “Cuando ustedes digan sí, que sea sí; y cuando digan no, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno". (Mateo 5:37).

Explosiones de ira, palabras ofensivas, denigrantes o llenas de desprecio. Que dice la Biblia al respecto? "Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno". (Colosenses 3:8).

Por supuesto que la lista anterior podría extenderse mucho más, pero el objetivo aquí no es hacer una lista de pecados, sino llamar a reflexión acerca de lo que decimos y escuchamos, y que nos advierte la Palabra de Dios sobre esta conducta en varios pasajes, y la importancia de cuidar nuestra lengua y de las consecuencias que provoca el no hacerlo. Por eso debemos ser custodios de nuestras palabras y pedirle al Señor que nos fortalezca en aquello que nos cuesta (por ejemplo: chismes, burlas, y copiar o hacer amistad con el vocabulario terrenal, olvidándonos que nosotros ya no somos ciudadanos de este mundo.  El apóstol Pablo en Efesios da un sabio consejo, que lejos de ser un listado de términos religiosos a repetir, es más bien la expresión natural que debería fluir de una fuente llena del Espíritu Santo:

"…Que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan". (Efesios 4:29).