PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Un estilo de vida: La oración

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

Un estilo de vida: La oración  

Por: Jenny Mejías.

 

De todas las cosas que los discípulos de Jesús observaron en Él, sobre lo que decía y hacia, la Biblia registra sólo una cosa que ellos le pidieron les enseñara -cómo orar al igual que Él lo hacía (Lucas 11:1). Podríamos preguntarnos: “¿Por qué los discípulos le pidieron que les enseñara a orar en vez de, cómo hacer grandes cosas, como alimentar multitudes, calmar tempestades, echar fuera demonios, sanar a los enfermos, resucitar muertos o caminar sobre las aguas?”. Es porque ellos vieron que Jesús oraba más que cualquier otra cosa.

Los discípulos vivieron con Jesús. Iban a todas partes con Él y lo observaron durante tres años y medio. Las Escrituras indican que Jesús oraba por horas cada mañana. Marcos 1:35, dice: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Jesús se podría haber levantado cuando todavía los discípulos se levantarían y preguntarían: “¿Dónde está el Maestro?” Cuando lo encontraban, estaba orando.

Jesús pasaría unas cinco horas con Dios, su Padre, luego se iba hacia algún lugar para pasar unos pocos minutos sanando a un ciego o echando fuera demonios. Nótese la relación: Pasaba horas orando y unos pocos minutos ministrando. Probablemente, los discípulos dirían: “! Esto es impresionante! ¡Esto debe significar que lo que Jesús hace orando por la mañana es mucho más importante que todo lo demás que Él hace durante el día!”

¿Cuál es la cosa más importante que usted hará hoy? ¿Será pasar tiempo en oración ante el Señor? ¿No debería serlo?

“Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia”. Salmos 143:1