PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Cuando sentimos que Dios no existe

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

Cuando sentimos que Dios no existe

Por: Jenny Mejías.

 

Sin duda, uno se puede mudar a cualquier lugar con el fin de no pasar por un cruel invierno. Pero no hay lugar al cual podamos acudir para evitar el invierno espiritual: y es que lo más doloroso en este tipo de invierno es el sentir que Dios se ha desvanecido. C. S. Lewis escribió, luego de la muerte de su esposa, lo siguiente: “¿Dónde está Dios?... Cuando necesites ayuda con desesperación, cuando todas las otras ayudas son en vano, acude a Él. Entonces, ¿qué podrás descubrir? Podrás escuchar cerrarse a la puerta en tu nariz”.

Lo más doloroso de este invierno es el sentir la desaparición de Dios. Pero cuando Dios mismo vino al mundo, Él vino en invierno, Jesús conocía nuestras enfermedades (Is. 53:4), estaba acostumbrado a la tristeza, y para acercarse a nosotros padeció el peor de todos los inviernos espirituales: el abandono total de su Padre en la cruz.

Y es que podemos encontrar en la cruz el mejor argumento de todos los tiempos: no hubo momentos en que vimos la gloria de Dios en forma más clara que cuando Jesús fue desamparado por Dios.

Si estás pasando por tiempos de invierno y te preguntas dónde se encuentra Dios, medita en ese momento de la Cruz. Dios permanece aún por encima de las cenizas. En cierto sentido por así decirlo, Jesús se encontraba más cerca de nosotros cuando se encontraba lejos del Padre.

 Su mayor sufrimiento también fue su mayor gloria.

 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?

     Si subiere a los cielos, allí estás tú;

Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Salmos 139.7-8