PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

El monumento en nuestro corazón

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

El monumento en nuestro corazón

Por: Jenny Mejías.

 

En varias partes de la Biblia dice que el pueblo de Dios levantó monumentos. En éstos se encuentran grabadas las grandes victorias que Dios les permitió vivir. Y cada vez que sus descendientes pasaban por allí recordaban las grandes obras que Dios había hecho.

Nosotros también debemos recordar las victorias del pasado y las múltiples bendiciones que Dios nos ha concedido.

¿Le ha abierto Dios un camino en donde no lo había? Cuando más solo se sentía, le ha mandado Dios a alguna persona especial? ¿Le ha sanado Dios a usted o a algún familiar de una enfermedad? ¿Le ha protegido, y guardado en momentos de peligro?, ¿Le ha guiado en medio de la tempestad? No debemos olvidarnos de ninguno de estos sucesos.

Porque, como hijo de Dios piensas: ¿Podré superar esta dificultad? ¿Estará Dios obrando en mi vida de verdad?”

Hermano! cuando medites y rememores como rebobinando una película todo lo que Dios ha transformado tu vida y veas la inmensidad de su amor y su bondad, todos estos pensamientos llenos de dudas y temores se desvanecen de inmediato.

Cuando rememoramos continuamente sobre la gracia de Dios, nuestra vida se hace más feliz. En Dios no existen ni las casualidades, ni la suerte, porque Dios es quien tiene el control de nuestra vida.

Cuando algo bueno nos suceda, agradezcamos porque con toda seguridad en ello está la mano bondadosa y llena del favor de Dios, y tengamos siempre presente en nuestra memoria, que todos los momentos gratos de nuestra vida son bendiciones de nuestro Dios eterno.

Hay un sinfín de obras que Dios realizó por amor a nosotros, que ni aún percibimos, que diariamente hace por nosotros. El levantarnos cada mañana y ver que podemos respirar y que se añade un día más de vida a nuestra existencia es sencillamente un milagro que diariamente sucede por la gracia de Dios.

Meditemos siempre en lo que antes éramos, y a donde ahora nos ha traído Dios por su gran amor, y agradezcamos cada día, porque nosotros somos el mayor milagro de su creación.

“Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!”. Lamentaciones 3: 21-23