PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

El poder regenerador del evangelio

Reflexión renovadora que cambiará por completo tu forma de ver la vida. Haciendo de ti no sólo una mejor persona y un mejor ciudadano, sino un verdadero creyente, fiel a Dios, a sus principios y a su Santa Palabra.

El poder regenerador del evangelio 

Por: Jenny Mejías.

 

Dios nos ha revelado en su palabra su amor, su voluntad y su propósito. Toda esta verdad está preciosamente plasmada en Evangelio. Todos conocemos que el término "Evangelio" significa "Nuevas Noticias, o Buenas Nuevas" Pero el Evangelio es mucho más que eso.

¿Sabía usted que el Evangelio tiene poder sobrenatural? Mire lo que dijo el Apóstol Pablo en Romanos 1:16 "Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree"…

El Evangelio es un poder regenerador, transformador, restaurador, que obra de tal manera en el ser humano que puede hacer que su espíritu vuelva a la vida (al creer en el mensaje del Evangelio y recibir al Señor en su corazón) después de haber estado muerto desde que nacemos terrenalmente. Es decir: separado abismalmente de Dios. Esto es lo que se conoce como la  "Salvación" o el "Nuevo Nacimiento".

Sin embargo, ese poder no se queda allí. El Evangelio es un estilo de vida, ajeno totalmente al sistema del mundo. Su poder nos cambia por completo y para siempre desde el mismo día en que creemos y recibimos al Señor como nuestro Salvador. Desde ese mismo instante dejamos de ser quienes antes fuimos, dejamos de ser creación de Dios para convertirnos en "Hijos de Dios". Ya que por medio del sacrificio redentor de Jesús en la cruz, la simiente maligna es quitada de nuestro espíritu muerto, siendo puesta la justicia de Dios, y es allí donde se produce el Nuevo Nacimiento espiritual, la nueva vida en Cristo.

Por eso es que dice la Escritura: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura (nueva creación) es; las cosas viejas pasaron, ahora todas han sido hechas nuevas". 2 Corintios 5:17

El poder del Evangelio nos hace pensar diferente, actuar diferente, hablar diferente, sentir diferente, Su poder santificador produce en nosotros el deseo de rechazar todo aquello que no agrade a Dios y que vaya en contra de su voluntad; que no lo honre ni lo glorifique. En pocas palabras: que no venga del corazón de Dios sino del enemigo de Dios.

El poder del Evangelio moldea nuestro carácter, cambia nuestras actitudes, nuestra conducta, nuestros deseos, y nos abre el entendimiento de tal manera, que comenzamos a ver y a entender la vida, las situaciones y las circunstancias de manera diferente a como las ve o las entiende el mundo; ya que el Espíritu Santo de Dios, que mora en nosotros nos enseñará a ver más con los ojos espirituales (como lo ve Dios) que con los ojos físicos.

Comenzamos a percibir y a vivir con nuestro espíritu renacido, más que con el alma, viciada aún por lo que antes éramos con el modelo del mundo, y que entra en un proceso de santificación por medio del poder de la palabra y del Espíritu Santo de Dios.

El Evangelio nos da libertad, más no libertinaje, que son cosas muy distintas. Esta libertad trae gozo, paz, seguridad e identidad a nuestras vidas, para vivir bajo la perspectiva y la cobertura de Dios. Un gozo y una paz que nunca antes habíamos experimentado y que sencillamente no podemos explicar, ya que viene de lo alto, y que provoca en nosotros un profundo deseo de servirle y adorarle en amor y en gratitud.

Estoy convencida que quien vive el Evangelio genuinamente en su corazón y no de labios nada más, estará totalmente lleno del Espíritu, viviendo en el Espíritu y siendo guiado y controlado por el Espíritu de Dios.

El Evangelio es, y vida en abundancia dijo el Señor. Anhelemos llegar a ese nivel de plenitud en Dios, pero para ello, debemos cumplir con el principal de sus mandamientos. Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras:

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente". Mateo 22:37