PALABRA DE LA SEMANA
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo «Daniel 4:2»

Definiendo el orden de mi llamado

Grandes bosquejos de las enseñanzas más impactantes y transformadoras del Pastor y Maestro Andrés Noguera, donde podrás conocer mucho más de la Palabra de Dios, profundizar en lo que realmente Él te quiere decir, y tener las mejores herramientas para ampliar tus conocimientos.

Definiendo el orden de mi llamado

Por: Pastor Andrés Noguera.

 

Salmo 110

En la biblia solo existen dos órdenes sacerdotales, el orden de Aarón y el de Melquisedec, nosotros tenemos que definir cuál es el orden de nuestro llamado, veamos un poco la conducta de los dos llamados sacerdotales:

Aarón es el que está medito en la iglesia y su mensaje es de pecado, todo lo que dice y predica es para condenar a las personas, llama a todo el mundo pecador, solo habla de la santidad externa, olvidando la interna, todo el mundo es pecador menos él.

Aarón, vive recordándote que eres pecador, le encanta hacerte sentir mal con el pecado.

Melquisedec quiere reinar, este sacerdocio, no es pensando en el imperio de grupos, sino en el reino del Señor, Melquisedec no está viendo lo que hace el hombre, sino hablando de lo que hizo Cristo en la cruz. Melquisedec te dice Que fuiste perdonado para siempre.

Esto es una cuestión en donde tenemos que definir a que dinastía pertenecemos, si a la dinastía de Aarón o la de Melquisedec.

Aarón predica que estamos perdidos, Melquisedec enseña que Dios nos salvó, mucho antes que nos perdiéramos.

La lucha de Aarón es con el diablo y el pecado.

La lucha de Melquisedec es con los argumentos.

Aarón te ata al pecado, Melquisedec te ata al cuerpo de Cristo.

Cuando se tiene el espíritu de Aarón, el servicio se te hace una carga, un problema, Cuando se tiene el espíritu de Melquisedec, el servicio es voluntario, hay entrega, hay pasión, entiendes que es un asunto de reino. Tenemos que aprender a operar en el espíritu correcto.

Cuando se tiene el espíritu de Aarón, comienza a emerger la duda, la desconfianza, comienza a preguntar, a decir, si será así como dicen, que están haciendo con el dinero que di.

El que tiene el espíritu de Melquisedec, ve los resultados, analiza y discierne, el que tiene el espíritu de Aarón hay que decirle ladrón para que dé. Melquisedec entiende lo que es reino y da voluntariamente, por eso Abraham dio todos los diezmos a Melquisedec, porque operaba bajo ese espíritu de reino.

Aarón te asusta con lo que está por venir, te intimida.

Melquisedec revela y manifiesta su intensión desde el principio, a Pedro le dijo: te haré pescador de hombres y después le dijo todo lo del diablo.

Melquisedec no tiene preocupación por la manifestación del pecado, porque sabe que sobreabundara la gracia. Aarón vive condenando a todo el mundo.

El que opera bajo el espíritu de Aarón siempre anda pidiendo reuniones para aclarar, vive atado pensando en su prestigio.

El que opera bajo el espíritu de Melquisedec, no gasta tiempo en aclarar, no discute prestigio, sabe y entiende que Dios pelea por él, y que el más grande es el Señor, Dios es el que se lleva todo el prestigio, Él es el único, para Él trabajamos y a Él le servimos.

Aarón Siempre quiere aclarar, se sienten mal, cuando no los mencionan, cuando no se les hace reconocimiento, Aarón, necesita que lo estimulen que lo llamen, que lo elogien.

Melquisedec le da toda la gloria a Dios, no le importa si pasa desapercibido, porque se le fue revelado a quien le sirve. Aarón no sabe resolver situaciones, sino es pidiendo reuniones, acusando, señalando y criticando a los demás.

Debemos entender que si no podemos solucionar las cosas personales, como vamos a juzgar al mundo.

Aarón tiene un problema de prestigio muy grande, Aarón se para en los pulpitos a decir lo que Dios hace con él, Melquisedec dice: lo que Dios hizo por él, una cosa es lo que Dios hace contigo, y otra muy distinta es decir lo que Dios hace por ti.

Tenemos que ver el testimonio de Juan, cuando dijo es necesario que yo mengue para que Cristo crezca, acá el grande es el Señor.

Dejar de pensar en ti, de cuidar tu imagen, de aclarar, manifiesta la imagen del Señor en tu vida, eso es lo más importante. Dios está viendo al que sirve, porque esa es su ocupación y está viendo al que sirve, por servicio, por llamado, por revelación.

Cuando se sirve en la iglesia se construye poder, servir en la iglesia no tiene precio, hoy Dios está honrando  a los que sirven.